Espartaco (1960)

Cuando el imperio romano comenzaba el reinado de dominación que duraría siglos y que le convertiría en la civilización más poderosa del mundo.
Cuando la vida de un esclavo valía menos que los harapos que llevaba puestos.

En esa época, llegó Espartaco, un esclavo tracio que dirigió la rebelión contra Roma entre los años 73 y 71 a.C conocida como Guerra de los esclavos o Guerra de los gladiadores.

Consiguió una fuerza armada mixta compuesta por hombres, mujeres y niños, que fue creciendo y llegó hasta los 120.000 efectivos y que acabaría su andadura en la batalla del río Silario con la captura y masacre de los amotinados.

Con un magnífico Kirk Douglas en el papel del esclavo rebelde y una dulce Jeans Simmons en el de Varinia, su gran amor, nos sumerge en la lucha del histórico personaje, que levantó a los débiles contra los fuertes y puso al gran Imperio Romano contra las cuerdas.

Una historia de valor y de dolor en la que el amor juega una gran baza. Espartaco nos lleva por un camino de sufrimiento y desigualdad, alumbrando la senda de la libertad con su arrojo.

En la película podremos disfrutar de la presencia del gran Peter Ustinov en otro de sus grandes papeles de época: el lanista Batiato. Hará gala, como siempre, de una actuación impecable en la que nos hará acabar cogiéndole cariño.

Y llenando la pantalla, no sólo por su presencia física, el inigualable Charles Laughton, como el cínico Graco cuyo personaje vive a caballo entre la decadencia y la estricta moral romana.

"La gordura le hace a uno razonable, amistoso y flemático. ¿Te has fijado que los tiranos más crueles son invariablemente flacos?"

Un cruel Sir Laurence Olivier, que en ocasiones parecerá dudar de sus apetencias sexuales (la famosa y censurada escena de los caracoles con Tony Curtis) encarnando al despiadado Craso, que intentará por todos los medios capturar y ejecutar al indómito esclavo. Rico y poderoso, su nombre acabaría por representar la propia riqueza en si misma.

Bellísima, la escena del lago entre Espartaco y Varinia, donde ella le explicará la hermosa leyenda del origen del trueno. Llena de ternura y delicadeza, con una preciosa música de fondo.

Y también tendremos la oportunidad de ver al atractivo John Gavin en el papel de un joven Julio César.

La película nos muestra una versión algo adulterada y romántica de los hechos. Aunque sí es fiel en muchas cosas, entre ellas la matanza de la mayor parte de los rebeldes frente a las pocas perdidas que sufrió el poderoso y experimentado ejército romano. De los 80.000 esclavos, perdieron la vida más de 60.000 y el resto fue devuelto a la esclavitud o crucificado. Mientras que las huestes romanas tan solo se vieron mermadas en 1.000 hombres.

Todo y que parezca que al final la rebelión ha fracasado, su éxito se basará en la supervivencia de su hijo cómo hombre libre. Y es que las revoluciones tienen a veces eso: no vemos los resultados hasta tiempo después.